viernes, 25 de febrero de 2011

Lugares de estudio

Cualquier parecido o similitud a la realidad, NO es pura coincidencia.

Soy un estudiante universitario panameño. La carrera que estudio no es importante, pues en general sé que todos vivimos situaciones similares.

El semestre pasado para mí fue especialmente duro, con bastantes materias, además de estar en turnos de la mañana y de la tarde. También tuve varios espacios libres entre materias. Decidí, entonces que estudiaría en esas horas libres. Además, como en mí casa hay demasiadas distracciones, decidí también quedarme hasta la noche para concentrarme más.

Llegaba a las siete u ocho de la mañana para mis primeras clases, a veces un poco después. Terminadas mis primeras clases de la mañana, mi primera parada era el salón de estudio de mí facultad. Cuando llegaba, resulta que la encargada de abrirlo no había llegado a tiempo (abre a las 8:00 a.m., había pasado ya 15 minutos luego de ése tiempo y no llegaba). Mi tiempo estaba contado pues en una hora y media tenía otra clase, y honestamente, en menos de una hora no se estudia mucho que digamos.

Mientras llegaba la señora, me sentaba en una banca cerca del centro de estudio, a leer mientras tanto. A veces no llegaba y terminaba con dolor de espalda o de cuello por las posiciones que debía adoptar para estudiar. Y si llegaba la señora, lo hacía 45 minutos tarde y no me quedaba mucho tiempo para estudiar (aceptemoslo: en una hora realmente no se estudia mucho).

Terminada mi siguiente clase decidí volver, pues tenía un tiempo libre antes de la hora de almuerzo. Al llegar al mismo centro de estudio, había un papel pegado afuera que decía "cerrado por seminario". Como ya ha pasado antes, sé que no abrirá más hasta luego de la hora de almuerzo. Interesante seminario a la hora de almuerzo, ¿no les parece?.

Almorcé, fui a mi siguiente clase y, en otro tiempo libre, volví al salón de estudio, el cuál aún permanecía cerrado. Supuse que era un seminario muy intenso de "Cómo no permanecer en tu puesto de trabajo I" y me fui a la biblioteca de otra facultad. Está un poco más lejos, y tendría menos tiempo de estudio, pero por lo menos es un ambiente bueno para estudiar.

En este lugar hay varias mesas, aire acondicionado, paredes pintabas de blanco que dan una sensación de amplitud, en fin, una biblioteca muy bien conservada (por ahora). Lo primero que noto al entrar es una mesa llena de gente riéndose, supongo que de algún problema que 8 cabezas no son capaces de resolver. Mi solución: busco una silla vacía, me pongo mis audífonos con algo de música suave y estudio el tiempo que me queda.

¡Se me hace tarde para mí siguiente clase! Guardo todo y salgo corriendo, pues estoy un poco más lejos que en la mañana de los salones. Termino de dar mis clases de la tarde, y me dirijo de vuelta a la biblioteca en la otra facultad (pues, nota: el salón de estudio de mí facultad cierra a las 4:00 p.m., así que los alumnos de la noche que se olviden de estudiar ahí) para seguir estudiando. Esta cierra a las 8:00 p.m. Y de aquí, ¿a dónde? ¿A mí casa? Si con el chorro de materias que tengo y las pocas horas que tuve para repasar (pues uso parte de ése tiempo en buscar un salón, y parte para correr a mí siguiente clase) no me alcanza verdaderamente el tiempo.

Entonces deambulo por la universidad buscando salones vacíos, o con otras personas en la misma situación, para seguir estudiando. De pronto, se abre la puerta y entra un profesor con otros alumnos siguiéndole el paso, señal de que debo irme pues se va a dictar una clase ahí .Las pocas horas que me quedan antes de las 10:00 p.m. (una hora antes de que cierre la universidad) las uso para buscar salones vacíos y, si corro con suerte, no me echan.

Una vez llego a la casa, como me la he pasado estudiando todo el día en la universidad (como a eso de las 10:30 p.m.) me desconecto totalmente de ella, y leo algo en la computadora para luego dormirme y seguir "más tarde" (al día siguiente).

Algo positivo de salir a estas horas de la universidad es que no hay tráfico, así que ahorro gasolina. También, para evitarme las filas en las cafeterías, opté por llevar mí comida, de modo que pierdo menos tiempo comiendo, que uso para estudiar.

Dice una compañera mía de kendo que "la vida de un estudiante es muy sacrificada". ¡Le doy toda la razón, y más si uno trabaja y estudia! Y el peso se baja si uno ama lo que estudia.

Sin embargo, el hecho de no tener un lugar donde yo pueda decir que es mí centro de estudio FIJO en toda la universidad me hace la vida de cuadritos. De todas las horas libres que estoy allá, invierto más de la mitad en buscar un lugar para estudiar. Y ni hablemos de centros de estudio fuera de la universidad, pues con horarios como el mío, o no es una opción, o debo ir con cuidado de que no me asalten a donde vaya.

¿Y el fin de semana? Me olvido que soy estudiante universitario, pues con recordarlo todos los días de la semana, a toda hora, ya es suficiente.

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